domingo, 17 de abril de 2011

Capitulo IV, Hotel De Una Estrella

 Corrió el rumor de que estábamos llegando al hotel, pocos segundos después pudo verse a lo lejos un viejo edificio de planta rectangular, ventanas grandes de madera y tejado a dos aguas , era un cutre hotel de una sola estrella su imagen exterior dejaba mucho que desear,      - ¡para esto he pagado mil doscientos euros!,  le dijo una voz interna con sarcasmo que le llenaba de indignación,  al final cuando llegaron por tener no tenía absolutamente ningún servicio extra, todo había que hacerlo uno mismo.

-                          ¡Subamos y quitemos esa estrella! - tenía ganas de ver el presupuesto del viaje desde que llegaron, para comprobar cuanto habían pagado por un alojamiento de tres noches, pero seguro que a lo largo de los próximos tres días alguien lo acabaría haciendo por él.

Un restaurante propio del hotel permanecía cerrado y en la puerta había un cartel con el horario, al verlo se dio cuenta, la hora de la cena era a las 19:00 h, cuando estaba acostumbrado a cenar a las 22:00 h, eso significaba que hasta las 09:00 h del día siguiente que era el desayuno, tenían que aguantar sin posibilidad de comprar nada para comer, ni siquiera había maquinas expendedoras, evidentemente con el frío que hacía, daba la sensación de que el pueblo más cercano que estaba aproximadamente a dos kilómetros parecía estar a quince, incluso si iba, dudaba que mereciera la pena caminar tanto por un bocadillo, se preguntaba si la comida compensaba a los cansados viajeros que hasta ese lugar llegaban, algunos de sus compañeros casi ni se mantenían en pie, aunque no estaban cansados físicamente, su mente si lo estaba.

 Marcos estaba dándose cuenta que su enfado con el hotel tendría que deberse a un cúmulo de situaciones anteriores que le había hecho estallar por dentro, el trasporte publico se retrazó varios minutos logrando que casi llegase tarde al aeropuerto, el frío que hacía era más grande del que esperaba tener y le agobiaba, el viaje en el autobús que a pesar de ser corto parecía como si llevase horas dentro sobre todo por la compañía tan desagradable que le había tocado, no era la persona perfecta para mantener una conversación agradable, hubiera preferido no separarse de Sara para sentarse a su lado otra vez, la diferencia habría sido brutal, el vaso de la paciencia estaba empezando a llenarse al ver aquel edificio viejo, pequeño y que se le caía la pintura que llamaban “hotel” en que tenía que permanecer tres días.

Las habitaciones eran de cinco personas, esto hacía un total de siete habitaciones a ocupar, seis habitaciones completas para los estudiantes y una con los cuatro profesores, por orden de lista las habitaciones fueron adjudicadas, los grupos ya formados recibían una llave, el tercer grupo fue formado por Laura, David, Kenny, Sara y Marcos, les entregaron  una llave, cuando todos los grupos fueron formados, Jorge mandó a callar y llamó la atención de todos.

-                          ¡Muchachos! – Exclamó, - Sé que estáis cansados así que subid a vuestras habitaciones y descansad, tenéis hasta las 13:00h para hacer lo que queráis, luego coged agua y reuniros aquí en la recepción.
-                          ¿Dejamos nuestras cosas en las habitaciones o las llevamos? – preguntó Laura.

Laura era una chica morena de pelo largo y ondulado, muy inteligente, responsable, y segura de si misma, era el tipo de chica que no se dejaba manipular, que sabía lo que quería, pero que se equivocaba como todo el mundo, llevaba un pantalón ajustado violeta, un abrigo con gorro también del mismo color y unas botas altas de cuero.

-                          Si, - contestó Jorge, luego prosiguió - tenemos que aprovechar todo el tiempo que podamos, esta tarde, iremos a visitar el pueblo abandonado de Ayamonte, hasta aquí se desplazará un guía que nos explicará por el camino la historia del pueblo, aproximadamente antes de las 19:00 h volveremos para la cena, el restaurante del hotel preparará comida para llevar.
-                          ¿Aparte de agua que más llevamos? - Preguntó otro de los alumnos.
-                          Bien… llevad, agua, una carpeta con un par de folios o una libreta, bolígrafos y si tenéis una cámara de fotos mejor, como ultimo remedio, la cámara del móvil valdrá, ¿alguna pregunta?

Se mantuvo silencio durante unos instantes, y nadie dijo nada, finalizando la improvisada reunión informativa.

-                          Por cierto – continuó Jorge antes de que todos se dispersarán, - No quiero ver a nadie fuera del hotel, ni causando molestias a los demás inquilinos que puedan haber, comportaos que ya somos mayorcitos, nosotros estamos en la habitación 18 por si nos necesitáis, eso es todo, podéis marcharos.

Todos los estudiantes empezaron a moverse en distintas direcciones buscando sus habitaciones, pasaron una puerta que estaba a la izquierda de la recepción, llevaba al cuarto de escalera, era una estancia vacía, triste y fría que era adornada sólo por un sofá de cuero desgastado por los años y justo a su derecha una pequeña mesa con una pila de revistas viejas que ya a nadie les interesaba leer, las paredes eran de color blanco sin un solo cuadro que diera vida o distrajera la vista, el suelo hacía días que no veía una fregona, Marcos subió las escaleras junto con los demás y se detuvo en la 1º planta, en la habitación número 07, David abrió la puerta de madera que al abrirse soltó un chirrido producido por la oxidación de las bisagras.

                                                   MARCOS


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