sábado, 23 de abril de 2011

Capitulo XI, Corazón roto

En el autobús parecía no haber nadie, Laura se había cobijado entre varios sillones desprendidos, y luchaba por mantenerse tranquila, un poco de nieve había entrado por las ventanas, la sangre que había dentro del autobús empezaba a ponerla nerviosa, de pronto sintió unos extraños ruidos fuera, cada vez se escuchaban mas claros, lo que significaba que se estaba acercando algo, Laura se asomó y vio a alguien que corría hacía el autobús, era Juan, parecía sangrar por la cabeza y parecía asustado.

Laura salió del autobús, corrió hasta él, estando asustada, le agarró y Juan se desplomó en el suelo boca arriba, Juan respiraba con dificultad y estaba muy asustado.

-                          ¿¡Qué ha pasado!? – se apresuró Laura a preguntar, mientras intentaba limpiarle la sangre de la cabeza, descubrió que no estaba herido.
-                          Le he matado – dijo en voz baja y en tono serio, de pronto ya respiraba normal.

Laura lo miro sorprendida, no sabía de qué estaba hablando, Juan agarró su brazo y apretó fuerte, Laura no podía ponerse de pie.

-                          ¿Qué haces?, ¡Suéltame!, me haces daño - dijo Laura intentando zafarse de Juan
-                          ¡Muérete puta! – Gritó Juan, que inmediatamente sacó una navaja del bolsillo y se la clavó una y otra vez en el abdomen.

Laura no podía gritar, empezó a llorar, sus movimientos eran descoordinados, el miedo había ganado el pulso a la razón, sentía las punzadas en el abdomen, el dolor era inimaginable, la sangre salía a borbotones, caía sobre la nieve y sobre Juan que seguía apuñalándola mientras sonreía, Laura cayó al suelo teñido de rojo y Juan se colocó encima, continuando con las apuñaladas.

-                          Ju…an…ugh- alcanzó a decir con dificultad, ya que la sangre empezaba a brotar también de su boca, entonces se desmayó, no sin antes escuchar como Juan le susurraba en la oreja.
-                          ¿Duele?, Las heridas del alma duele mas, jajajaja.


De pronto abrió los ojos desesperada y comenzó a gritar, estaba sudando, miró a cada lado y descubrió que estaba dentro del autobús, muy nerviosa se miró el abrigo y lo palpó, comenzó a darse cuenta que era una pesadilla, había sido muy real, entonces el autobús se iluminó brevemente por un haz de luz, aún temblando se incorporó y miró por la ventana, Juan y Ken estaban fuera caminando hacía el autobús, iban cargando a otra persona.

Juan fue el primero que entró en el autobús y se quedó mirando a Laura, que estaba nerviosa y tenía muy mala cara, Ken entró también al autobús y dejó a David en uno de los asientos.

-                          Escuché un grito, ¿estás bien? – dijo Juan mirando a Laura fijamente.
-                          Si… estoy bien – Respondió en voz baja, asustada.
-                          No encontramos ayuda en la carretera, pero vimos a David… - Juan notaba a Laura muy rara, ni siquiera miró a David o se interesó por él - ¿que ha pasado, donde están los demás? – preguntó preocupado
-                          Se marcharon- dijo temblando y mirando con miedo a Juan que no entendía porque estaba así
-                          ¿Qué coño le pasa a ésta ahora?, dijo Ken desde la puerta del autobús, Juan se encogió de hombros en señal de que no tenía ni idea, - ¿A dónde se fueron? – preguntó Ken.
-                          Se marcharon a Ayamonte, a buscar ayuda – respondió Laura.
-                          ¿Y te dejaron sola? – observó Juan, Laura no contestó, estaba absorta en sus pensamientos.
-                          ¿Te dijeron cuando volverían? -  preguntó Ken ya de mala gana
-                          No, creo que deberíamos ir allí con ellos, está empezando a hacer mucho frío aquí.

Todos mantuvieron silencio, Laura miraba a Juan como si tuviera miedo y a la vez lástima, hace varios meses le confesó que estaba interesada en él, sabía que él sentía algo por ella mucho antes, pero ella no estaba segura de sus propios sentimientos,, se lo había dicho con el corazon, a pesar de todo no había intentado nada con él, Laura había salido con otros chicos y básicamente le había hecho daño, incluso antes del accidente estaba empeñada en enrollarse con David, Juan a medida que pasaba el tiempo empezó a evitarla por completo, seguía fingiendo normalidad, pero se había dado cuenta de todo, de la equivocación de Laura, de su propia debilidad...,  ya no era lo mismo, se estaba alejando de ella por voluntad propia, había millones de chicas en el mundo y Laura era solo una equicocación, un error que debía olvidar, Laura al ver que Juan había cambiado por completo y que ya no le contaba nada pensó que la odiaba. .

Entonces David que hasta el momento había permanecido con los ojos cerrados y tiritando, despertó, miró a los presentes y sonrió.

Capitulo X, Reunión

             Sara y Roberto habían despertado, estaban bien, permanecían sentados dentro del autobús, las ventanas estaban rotas pero era la única protección contra el medio, afuera nevaba, Laura estaba tranquilizando a Sara preguntándole como estaba, Gloria estaba hablando con Roberto, Marcos se sentía aliviado al ver a Sara, estaba allí sentada, triste pero viva, era la visión mas linda que podía ver en aquel lugar, desvió la mirada hacía el exterior y solo vio árboles, Ken y Juan no habían regresado, ya había pasado una hora desde que se fueron a la carretera.

-                          Si no viene nadie, tendremos que ir nosotros a buscar ayuda- dijo Marcos
-                          ¿A dónde piensas ir tu también en medio de la oscuridad?- preguntó Gloria, por el tono de su voz, no le parecía buena idea dejar el autobús.
-                          Ahora tenemos linternas, propongo caminar hasta Ayamonte no debe de estar lejos, vimos el palacio antes del accidente, allí en el pueblo de Ayamonte debería haber seguritas, puede que todos fueran allí pero que por el tiempo que hace no haya llegado nadie a ayudarnos- dedujo Marcos.
-                          Pero Ken y Juan no han regresado, tenemos que esperar a que lleguen para decidir todos, si nos vamos y ellos regresan no sabrán a donde fuimos            -protestó Gloria.
-                          Cada minuto que pasa hace más frío podrían tardar horas en volver, necesitamos cobijo, este autobús no es suficiente.

Marcos ya no sabía como dejar claro que quedarse en el autobús durante horas significaba morir lentamente de frío, afuera nevaba y por desagradable que fuera, posiblemente Ken y Juan, estarían muriendo de frío, faltaba una linterna en el estuche y se preguntaba si Juan se la había llevado, de cualquier forma había que prepararse para caminar un buen tramo hasta Ayamonte, con un poco de suerte todos estarían allí.

-                          Yo me quedo aquí y espero por Ken y Juan- dijo Laura de pronto.

Se hizo el silencio y todos los presentes se quedaron mirando seriamente a Laura que había tomado una extraña decisión.

-                          Aquí no se queda nadie, ¿estas loca?- le reprochó Marcos
-                          ¡No puedes obligarme a que me vaya!- dijo Laura enfurecida.

Era cierto, era todo voluntario, no podía obligar a nadie, pero por alguna razón Marcos sabía porque Laura había tomado esa decisión, Juan era el motivo, lo del hotel era un signo evidente, se negaba a creerlo, pues Laura daba la sensacion de ser la típica chica que solo iba por el físico y por diversión, sin embargo no era del todo cierto, había demostrado ser muy sentimental en diversas ocaciones, algo le decía que se quería quedar porque estaba preocupada por Juan, cuando se enteró que Juan había salido corriendo con Ken a la carretera, se puso de muy mal humor, nerviosa, como si tubiera mucho miedo de perderle.

-                          Muy bien, como quieras, ¿sabes que?, no voy a discutir contigo, quédate con una de las linternas, y espéralos si quieres, cuando te canses de esperarlos camina en línea recta por donde nos iremos, Marcos miró a los demás suspiró y continuó… - supongo que los demás si vienen.

Todos se quedaron callados, y asintieron de mala gana, tampoco les hacía gracia dejar el autobús y mucho menos dejar a Laura sola allí, pero se pusieron en pie, Marcos salió del autobús junto con Roberto y Gloria, Sara abrazó a Laura y las dos estuvieron a punto de llorar, Gloría encendió la linterna y Marcos también, comenzaron a caminar, y sus botas se enterraban en la nieve, poco a poco se alejaban los cuatro, Laura miraba como todos se marchaban y desaparecían en el bosque, luego se dio cuenta, se había quedado completamente sola, tenía miedo, se recostó en el suelo del autobús y maldijo a Marcos por haberla llevado a esa situación.

El grupo ya llevaba caminando veinte minutos por el bosque, Roberto había permanecido en silencio todo el tiempo, Marcos estaba seguro que no tardaría en quejarse pronto, pero si no lo había hecho ya, era porque corría el riesgo de que su lengua acabara congelándose, sonrió para el mismo, y luego se preguntó como podía sonreír en un momento como ese, Sara y Gloria lo estaban pasando mal, a medida que avanzaban hacía menos frío, pero caminar entre la oscuridad aún con la ayuda de las linternas era muy dificultoso para ellas, Marcos no dejaba de mirar atrás, si algo le ocurría a Sara durante el camino, se le rompería el corazon y se achacaría la culpa.

Varios minutos después el pueblo de Ayamonte saltó a la vista, ya solo quedaba cinco minutos para llegar.

                  

viernes, 22 de abril de 2011

Capitulo IX, Bajo Cero

Muy cerca de allí en la pared del barranquillo, Ken se ayudaba con la luz de su móvil para ver mejor, el frío estaba siendo mas intenso a medida que se alejaba.

-                          ¡Ken! ¡Espera!- le grito Juan cuando ya lo estaba alcanzando, Ken se detuvo.
-                          ¿Qué quieres?- respondió Ken de mala manera.
-                          Te acompaño, yo también quiero ver que hay arriba.
-                          Creía que me darías el coñazo como Laura ya que sales con ella... -dijo sonriendo.

A Juan no le hizo gracia aquel comentario, pero había algo que justificaba que sus compañeros creyeran eso, siempre le había gustado Laura, tanto sus virtudes como defectos, el roce durante varios meses había creado el cariño entre los dos, pero por muy unidos que parecieran en clases, nunca habían salido, ni la había besado, no había pasado absolutamente nada, Laura prefería enrollarse con chicos de mejor físico y no le interesaba tener una relación seria, días atrás notó que Laura mostraba especial interés en David, y aunque no fuera su novia, en el fondo le dolía que saliera con otros chicos.

-                          Yo no estoy saliendo con Laura, y tampoco me gusta- respondió herido.
-                          Tío, se te nota mucho que te gusta, pero pasa de ella, es un consejo.
-                          Ken, no quiero hablar de esto, ya te he dicho que no me gusta.
-                          Oks, como quieras… ¿tienes algo que alumbre?.
-                          Esto… si, mi móvil tiene una función de linterna, y alumbra bien.
-                          Perfecto, ve tú delante- ordenó Ken.

Tras un rato caminando con la tenue luz de un móvil vieron un camino que subía a la carretera, ayudándose de las manos subieron apoyándose de las resbaladizas rocas y llegaron hasta la carretera.

En el momento que llegaron comenzó a nevar, Ken miró a ambos lados de la carretera y no vio a nadie, solo oscuridad, ni una sola luz, ni una sola persona, ni un solo vehiculo, caminaron hasta el lugar donde el autobús se había salido de la vía, la valla protectora estaba destrozada y en el suelo había una persona tumbada boca abajo.

-                          ¡Mira!- dijo Ken señalando y echó a correr junto con Juan.
-                          Este es… ¡David!- le reconoció Juan, que inmediatamente le dio la vuelta.

David tenía los ojos cerrados, respiraba con dificultad, estaba tiritando de frío y no podía hablar, no estaba herido pero al igual que todos ellos, tenía la ropa teñida de rojo, a su lado había una linterna, Ken la recogió.

-                          Juan, agárralo por las piernas hay que llevarlo abajo.

          Entre los dos levantaron con cuidado a David, seguía nevando y el frío que hacía era cada vez peor, se tenían que dar prisa, sin camilla, solo con la ayuda de sus brazos David iba a ser difícil de llevar.

             En ese momento Juan vio algo entre los árboles, había alguien de pie allí mirando, Juan se paró y Ken protestó.

-                          ¿Por qué coño te paras?- preguntó Ken enfadado.
-                          Mira, allí hay alguien- dijo Juan sin quitar la vista de los árboles, la voz de Juan temblaba.

Ken miró también y vio a alguien bajito, miraba desde lejos, en medio de los árboles, iba vestido de blanco y permanecía de pie, casi indistinguible entre la oscuridad, no se movía y era raro ver a alguien solo en medio de la nada.

Dejaron a David en el suelo, Ken encendió la linterna y apuntó en su dirección, la figura blanca desapareció en una sola fracción de segundo, Juan y Ken se quedaron mirando unos segundos más buscando aquella figura con los ojos, pero no lograron encontrarla, se volatilizó como por arte de magia, allá en el lugar donde estaba ahora solo había oscuridad, sin embargo tenían la sensación de seguir siendo observados, sintieron un sudor frío y unas ganas insuperables de salir corriendo.

-                          ¡Vamos, vamos! Cojamos a David y larguémonos de aquí- dijo Juan asustado.
-                          Vale, no sé que mierda era eso, aquí ya no hacemos nada, ¡vámonos ya!  - respondió Ken.

                                                                      DAVID


Capitulo VIII, Ayamonte

En la oscuridad más absoluta, unas extrañas voces distorsionadas empezaban a escucharse cada vez mas claras…

-                          ¡Espera aquí!
-                          ¡Tenemos que buscar ayuda!- replicó
-                          ¡Puede que ya hayan ido a buscar ayuda!
-                          ¿¡Comos sabes eso, estas segura!?
-                          ¡Callaos! – gritó una tercera voz en tono suplicante

Se hizo el silencio por unos segundos… e hizo un gran esfuerzo por abrir los ojos para poder ver que pasaba, el cuerpo empezó a sentirlo pesado a medida que intentaba moverlo, cuando por fin pudo abrir los parpados, soltó un gruñido debido al dolor de cabeza tan intenso que empezaba a sentir, vio un cielo oscuro lleno de estrellas, había una gran luna llena flaqueada por copas de árboles que estaban nevados, la luz reflejada por la luna permitía tener algo de visibilidad en la oscuridad, justo en aquel momento empezó a darse cuenta que estaba acostado boca arriba y que habían tenido un accidente, entonces aquella vista maravillosa fue interrumpida por Juan, le llamaba mientras le agitaba los hombros, apareciendo también Gloria.

-                          ¡Marcos!, ¿¡estás bien!?- dijo preocupado.
-                          Si... no me grites por favor, o me estallará la cabeza- dijo mientras se tapaba la cara con un brazo.
-                          ¿Te duele algo?, ¿Puedes levantarte?-  preguntó Gloria
-                          Solo me duele la cabeza, por favor déjenme solo un minuto- respondió.
-                          Marcos, ¿seguro que estas bien?
-                          Si…- respondió una vez más.

Marcos minutos después desde el suelo giró la cabeza y solo logro ver a Juan y Gloria que seguían a su lado, mientras Ken y Laura discutían sobre que hacer queriendo Ken ir a la carretera y Laura quedarse donde estaban, a simple vista parecían estar bien sin embargo sus ropas estaban manchadas de sangre, no lograba ver a los demás y se temió lo peor, había dos cuerpos más tendidos cerca de él, eran Roberto y Sara, no sabía si estaban vivos o muertos.

-                          ¡Pues me largo yo solo!- finalizó Ken que harto de Laura decidió ir solo a la carretera.

Como era una cuesta muy empinada de cinco metros, decidió bordear la pequeña pared de roca, buscando un camino para subir, Laura que estaba de los nervios caminó unos metros y se sentó en una roca tapándose la cara enfurecida, Juan corrió tras él desapareciendo entre los árboles nevados.

Marcos se incorporó por completo y pudo comprobar con detalle que no estaba herido, sorprendentemente ni un solo rasguño a pesar de tener la ropa llena de sangre, Gloría ya estaba intentado calmar a Laura y el autobús siniestrado estaba completamente destrozado, sintió curiosidad de inspeccionarlo.

Andando con dificultad y mareo llegó hasta el autobús y miró dentro de él esperando ver una escena grotesca, sin embargo para su sorpresa dentro del autobús no había absolutamente nadie, los sillones estaban desprendidos del suelo, había también cristales rotos por todos sitios, una pequeña mochila estaba tirada en el suelo al lado del asiento del conductor, la abrió descubriendo un botiquín de primeros auxilios con material medico, bengalas, algo de comida y bebida además de un estuche que debería albergar 4 linternas pero solo había 3, cogió las linternas y las comprobó, recogió todo el equipo y se lo puso sobre la espalda. 

Manchas enormes de sangre adornaban el autobús, mucha sangre, sin embargo ellos no estaban heridos y los heridos de los cuales por lógica procedía esa sangre no estaban allí, ya había visto suficiente y entonces su mente empezó a plantearles muchas preguntas que no encontraban respuesta, pensó que quizás los que estaban concientes antes que él podían responderlas.

Marcos se apartó del autobús y miró a Gloria que estaba sentada en una roca con Laura que no paraba de llorar, Sara y Roberto seguían inconcientes acostados en la nieve, no se le ocurría nada para abrigarlos y no había rastro de ningún otro compañero de treinta que eran.

-                          ¿Donde están los demás?- preguntó Marcos
-                          No lo sé- respondió Gloria en tono de resignación, tenía la cara decaída como si hubiera llorado también hace muy poco.
-                          Esto no es normal, si se fueron, ¿porque no dejaron a nadie aquí con nosotros?
-                          No lo sé- volvió a responder
-                          ¿Por qué esta fuera del autobús Roberto y Sara? ¿Fuisteis vosotros los que nos sacasteis?
-                          No, no sé quien lo hizo, cuando desperté Juan ya estaba conciente y todos los demás estaban fuera del autobús, no sé mas que tu.

Gloria mantuvo silencio y se limitó a mirar el suelo como absorta en otro mundo, era como si ya se hubiese rendido a las dudas, Marcos empezaba a sentirse cada vez mas enfadado con la situación, odiaba los misterios y odiaba sobre todo que mantuvieran silencio a preguntas tan sencillas y no intentasen averiguar que ha pasado, ¿Dónde estaban los demás?, ¿Solo somos siete?, ¿De quienes es la sangre del autobús y de nuestras ropas?, ¿Han ido a buscar ayuda?, ¿Cuánto tiempo llevamos inconcientes? y ¿por qué tuvimos el accidente?, demasiadas dudas que no encontraban una respuesta lógica.

-                          ¡Muy bien!- Respondió Marcos en todo Sarcástico y hurgó en su bolsillo hasta sacar su móvil.
-                          Es inútil, no hay cobertura aquí- dijo Gloria con total seguridad.
-                          ¡Mierda!- Blasfemó Marcos mientras evadía las ganas de estallar el móvil contra el suelo

Realmente no había cobertura y de pronto empezó a caer copos de nieve, pensando en ese momento que las cosas cada vez iban a peor, sacó dos linternas y le entregó una a Gloria.

                                       BOSQUE DE AYAMONTE

domingo, 17 de abril de 2011

Capitulo VII, Clases de Historia

Laura que se había mostrado un poco preocupada por el tiempo ya no lo estaba, sino todo lo contrario, parecía querer volver a la habitación lo más rápido posible, quizás le entusiasmaba la idea de salir del hotel en medio de una nevada que podía convertirse en tormenta y todo porque los profesores no querían cambiar la programación del evento, al ver que nadie había venido a quejarse en el poco tiempo que quedaba y que personas como Laura aceptaban sin rechistar decisiones disparatadas, pensó en que si se quejaba el sólo, no conseguiría nada, decidió no dar mas vueltas al asunto y prepararse para bajar a recepción.

Ya en recepción, solo quedaban unos pocos por llegar, - siempre hay alguien que llega tarde, dijo en voz baja, no había sitio donde sentarse en recepción a excepción de aquel sofá polvoriento y desgastado de la escalera así que todos permanecían de pie algunos mas cansados que cuando llegaron y otros con fuego en los ojos, nadie se había percatado de la nueva, una mujer de mediana edad, con algunos kilos de más que hablaba con Gloria, era imposible saber de que hablaban porque el murmullo de la multitud no dejaba escuchar, pero supuso que se estaban presentado y hablaban del tiempo.

Cuando salieron del hotel una capa de nieve virgen cubría todo el suelo, había varios centímetros de nieve, sin embargo la carretera estaba relativamente limpia como si una maquina quitanieves acabase de pasar hace poco, la conductora del autobús no tenia buena cara, como si acabase de discutir con alguien o como si tuviese mucha prisa, en definitiva parecía como si estuviera haciendo su trabajo de mala gana, fuera del autobús estaba revisando los neumáticos y las cadenas, mientras tanto todos fueron entrando en el autobús  por ultimo la conductora activó el micrófono y se lo dejó a la señora gordita, acto seguido encendió el motor y poco a poco avanzó hasta la carretera en dirección al pueblo abandonado de Ayamonte.

La mujer que sostenía el micrófono comenzó a hablar a medida que el autobús avanzaba por la carretera con precaución.

-                          Hola a todos, soy Beatriz, guía turística de Ayamonte, mi cometido es guiaros por el pueblo y por el palacio, además de contaros su historia, vuestros profesores me han comentado que sois estudiantes de bachillerato y que venís de Gran Canaria, puede que no estéis acostumbrados al frío pero espero que vuestra estancia en Hueva sea confortante.

Todos los alumnos se bebian sus palabras sin perderse absolutamente ni un solo detalle, sin duda esa mujer tenía un extraño don con la palabra, su vocación era la correcta, mientras el autobús avanzaba cada vez mas rápido, por empinadas curvas, ganando velocidad y confianza en el asfalto, Beatriz continuaba hablando.

-                          Ayamonte tuvo una gran importancia durante la colonización de America, se convirtió en una zona muy rica y llegaron muchas personas de toda Europa, sin embargo esa prosperidad solo era para unos pocos, de hecho la población del lugar se reveló contra sus señores feudales y contra la iglesia, algunos documentos hablan de intentos de revolución.
-                          ¿Por qué ahora es un pueblo abandonado?- Preguntó uno de los alumnos.
-                          La población del lugar se reveló contra el señor feudal de la zona y contra la iglesia y eso llegó a oídos de la corona que actuó rápido cuando se enteraron de la muerte de Francisco Manuel Silvestre, que por aquel año gobernaba la zona, los soldados atacaron el pueblo y el palacio donde se atrincheraron los ciudadanos en su intento de sobrevivir al ataque, actualmente el pueblo se conserva muy mal, solo quedan las piedras que componían las casas, además el palacio fue en parte incendiado.

Ya había pasado 40 minutos de viaje en autobús, a través de la ventanilla solo se veían árboles y ni una sola luz en la carretera que iluminase el camino, la nieve caía más rápido pero el autobús no iba más despacio.

-                          ¿Que aspecto muestra el palacio y que dimensiones tiene?- preguntó Jorge que permanecía atento sin quitar ojo a Beatriz.
-                          El palacio está muy dañado, con el paso del tiempo y el abandono la madera del que se compone se ha ido pudriendo, sin embargo podremos acceder al palacio al menos hasta la zona central, el palacio mide 500 metros de ancho por 1.000 metros de largo, siendo de esta manera una construcción magnifica para la época, está construido al borde de un precipicio y cuenta con tres entradas todas ellas son puentes de los que solo uno hemos restaurado y por el cual accederemos, se compone de 2 pisos y un sótano el cual está siendo escavado en este momento debido a que ha habido desprendimientos que han ocultado las rutas subterráneas, además al lado del precipicio pasa un pequeño río y el palacio fue construido encima por lo que se aseguraban el suministro de agua, el palacio es rectangular y abierto en el centro desde el cielo se ve como una O.

La conductora tenía la sensación de ir mas rápido de lo que quería, todo estaba cubierto por un manto blanco y el asfalto estaba desapareciendo poco a poco debido a la nieve, estaban a punto de llegar a Ayamonte donde dejaría a los chavales y esperaría para hacer el viaje de vuelta, entonces al tomar la curva ya se podía distinguir una construcción a lo lejos entre los árboles, aliviando a la conductora, los alumnos parecieron darse cuenta y empezaron a mirar por las ventanas mientras Beatriz seguía hablando.

De pronto una niña de pelo negro que caminaba en medio de la nada por el arcén nevado y vestía una blusa blanca como la nieve, se cruzó en medio de la carretera justo cuando el autobús estaba a punto de llegar al lugar donde ella se encontraba, mostrando su cara desencajada, sin vida y abriendo de par en par sus brazos, la conductora fue la única persona del autobús que pareció verlo y soltó un grito histérico seguido de un volantazo en la resbaladiza carretera para evitar atropellarla o para huir de aquella visión que su cerebro no era capaz de aceptar, inmediatamente todos se sobresaltaron pero no les dio tiempo a pensar que ocurría, solo a gritar cuando el autobús comenzó a dar bandazos hasta que en fracciones de segundo se salió de la carretera cayendo por un barranquillo de 5 metros de profundidad y dando vueltas de campana haciendo que todos salieran disparados golpeándose unos con otros, las ventanas estallaron en mil pedazos proyectando cristales en todas direcciones, en algún momento de aquel caos y del sonido inconfundible del metal y de los cristales donde ya no había gritos, todo se volvió oscuro y dejó de tener sentido.

                                                 LAURA

Capitulo VI, Una Decisión Arriesgada


Sara estaba ya pegada a la ventana observando, sonriendo, y mostrando fascinación por lo que ocurría, era como una niña inocente que deseaba con todas sus fuerzas salir del hotel y lanzarse sobre la nieve.

-                          Tienes razón- respondió Marcos mientras se colocaba unos guantes para protegerse del frío, - voy a preguntar a ver si vamos a ir a ese pueblo o no, vengo enseguida- dijo mientras se dirigía la puerta.
-                          Espera voy contigo- se apresuró a decir Laura y ambos salieron de la habitación.

Fuera del hotel una maquina quitanieves avanzaba hacía Ayamonte, despejando el camino, la conductora del autobús leía una revista en el asiento del conductor y observaba como la maquina se alejaba cada vez mas, en ese momento un coche que iba detrás de la maquina quitanieves aparcó allí, se bajó una mujer rellenita que se dirigió hasta el autobús y se acercó a la puerta, la conductora abrió la puerta para ver que quería y esta se presentó,  inmediatamente la conductora cerró el autobús y comenzó a revisar todo, como si la hubieran pescado haciendo novillos, la mujer rellenita caminó hasta el hotel mientras seguía cayendo finos copos de nieve.

En el pasillo frente a la puerta 18, Juan permanecía de pie esperando que le abrieran, el pasillo estaba libre de muebles y cuadros, los golpes en la puerta hacían eco en todo el 2º piso, de pronto la puerta soltó un chirrido y Jorge abrió la puerta por completo, Jorge estaba vestido y preparado para salir así que antes de que Juan le preguntase ya sabía la respuesta.

-                          Hola, esta nevando- anunció Juan - ¿vamos a salir de todas formas?
-                          Claro que si- respondió Jorge con seguridad, y prosiguió, - una guía turística debe haber llegado ya y nos estará esperando abajo.
-                          ¿Entonces cuanto tiempo nos queda?
-                          Ya dije que teníais hasta la una para prepararos- prepárate para salir, avisa a tus compañeros para que se den prisa y bajen a recepción ¿Algo más?


Increíble, con el frío que hace ahora y encima nevando vamos a salir de todas formas, pensó Juan pero no quería contradecirlo, de nada hubiera servido, en aquel momento mientras Juan pensaba que decir unos pasos se hacían cada vez más fuertes según parecían avanzar hasta donde él estaba.

-                          Bueno si no hay nada más, avisa a tus compañeros- finalizó Jorge y cerró la puerta.

Juan se dio media vuelta y masculló un insulto en voz baja, entonces Marcos y Laura aparecieron al otro lado del pasillo, Laura estaba hablando con Marcos sin embargo cuando vio a Juan mantuvo silencio e inmediatamente cambio de tema de conversación, - estaban hablando de David- pensó Juan pero no quería preguntarle a Marcos con ella delante, se acercó a ellos y los saludó.

-                          Hola, ¿estáis preparados para salir?- Preguntó Juan
-                          ¿Es que al final si vamos?- dijo Marcos preocupado.
-                          Eso me han dicho, vine a preguntar y tenemos que estar a la 13:00 en recepción.
-                          ¡Pero si está nevando cada vez mas fuerte!- protestó
-                          Culpa mía no es- concluyó y se marchó

No había dicho nada, parecía como si le tuviera miedo a Juan, ni siquiera le había devuelto el saludo, era evidente que hubo algo entre los dos, Laura y Juan se guardaban algo y ahora era una mera sombra de lo que fue, no tenía derecho a preguntar, y tampoco le importaba saber la vida de los demás, permanecía en silencio pensando si tocar la puerta de los profesores y preguntar si merecía la pena hacer una visita a ese pueblo con el tiempo que hacía, pero solo quedaban diez minutos para ir a recepción y la voz de Juan se hacía eco en alguna parte del 2º piso, supuso que estaba avisando a los demás para informarles que había que bajar a recepción, entonces Laura agarró del brazo a Marcos para llamar su atención.

-                          Volvamos a avisar a los demás, tenemos que prepararnos.

                                                       JUAN

Capitulo V, Un Mal Despertar


A través de una ventanilla un extraño mundo nevado se observaba, sus compañeros mas conocidos estaban a su lado hablando y sonriendo, había gente que nunca había visto, el autobús se detuvo y Marcos observó por la ventanilla, su padre le esperaba afuera en el coche como cuando había días de lluvia y le iba a buscar, le extrañaba verlo allí a kilómetros de distancia, edificios conocidos de Gran Canaria aparecían de pronto, luego gritos de angustia cuando el autobús se salió de la carretera sin aviso haciendo que su corazón se sobresaltase, obligándole a abrir los ojos y comprobar que era todo un absurdo sueño.

Las voces de Laura, David y Sara que conversaban animadamente retumbaban en su cabeza, tuvo que pasar unos segundos para orientarse, poco a poco fue abriendo lo ojos , hasta ver el techo blanco de la habitación junto con parte de la moldura que adornaba una triste bombilla desnuda – Quizás tiempo atrás una lámpara de verdad colgaba del techo – pensó mientras intentaba adaptar su vista a la luz, estaba aún vestido, sin pensar, se había tendido un rato sobre una de las camas para reponer fuerzas pero sin éxito, había tenido una pesadilla y se sentía aún mas cansado, pero como todos los sueños extraños y sin sentido acabó olvidándolo al instante.

Se incorporó sentándose en el borde la cama, no había dormido bien y le dolía un poco el cuello, la cama al igual que la almohada eran rígidas y duras, posiblemente a causa de los productos industriales que utilizaban para lavarlos, las cinco camas de la habitación estaban colocadas en batería, la más cercana a la puerta estaba ocupada por Ken, que escuchaba música metálica con el volumen alto con ayuda de unos auriculares grandes que le tapaban por completo las orejas, mientras leía una revista titulada Heavy Metal.

Ken era el típico chico que por su complexión fuerte, su vestimenta y forma de pensar era temido y evitado por la sociedad, vestía totalmente de negro, llevaba unas pesadas botas marrones, en general siempre vestía igual, varías argollas permanecían ocultas tras los auriculares que por cierto solía llevar siempre aunque no escuchase nada, sus ídolos del Heavy Metal eran melenudos sin embargo él se había rapado al cero y mostraba un tatuaje en el cráneo en forma de telaraña, sus dedos eran adornados por anillos brutales, era la imagen que cualquiera querría no encontrarse en un callejón oscuro, sin embargo después de un año ya le conocía lo suficiente como para creer en el dicho “no juzgues un libro por la portada”, su forma de pensar era básicamente anarquista, en el fondo todo el mundo acaba mostrado esa parte en algún momento de sus vidas, solo que él lo hacía todo el tiempo, había elegido continuar sus estudios no deteniéndose a los dieciséis años, paradójicamente contrario a su creencia nihilista, la mayoría del tiempo iba por separado dándose la evidencia de que el trabajo en equipo no era su fuerte, sin embargo no molestaba a nadie y cuando se proponía hacer algo se esforzaba por conseguirlo.

En el lado mas alejado de la puerta, al otro lado de la habitación había una ventana cerrada con cortinas de mal gusto que ya habían perdido su color original, en la cama más cercana a la ventana David estaba sentado y en la cama de al lado, Laura y Sara hablaban con él, Laura tomaba la iniciativa en la conversación y Sara se limitaba a sonreír discretamente, David mostraba una expresión suelta, como de sentirse a gusto y seguro.

-                          Justo a tiempo- dijo Ken sin despegar la vista de su lectura, - quedan treinta minutos para la una.

Marcos fue al baño y se lavó la cara para espabilarse, el agua estaba congelada sus manos se helaron y de pronto volvió a la realidad bruscamente, expresó una maldición y cerró el grifo de inmediato, cuando salió del baño, se sentó en la cama y extrajo de la mochila de viaje material para escribir – es posible que alguien pierda un dedo por congelación – pensó mientras sonreía para si mismo.

-                          ¡¡Mira, mira!!- gritó Sara de pronto señalando la ventana y llamado la atención de todos que siguieron su dedo con los ojos hasta descubrir que había comenzado a nevar
-                          La cosa se ha complica- dijo Laura en voz baja
-                          ¿Por qué?- preguntó David.
-                          Es posible que no salgamos si hace mal tiempo- respondió.

                                                          KEN

Capitulo IV, Hotel De Una Estrella

 Corrió el rumor de que estábamos llegando al hotel, pocos segundos después pudo verse a lo lejos un viejo edificio de planta rectangular, ventanas grandes de madera y tejado a dos aguas , era un cutre hotel de una sola estrella su imagen exterior dejaba mucho que desear,      - ¡para esto he pagado mil doscientos euros!,  le dijo una voz interna con sarcasmo que le llenaba de indignación,  al final cuando llegaron por tener no tenía absolutamente ningún servicio extra, todo había que hacerlo uno mismo.

-                          ¡Subamos y quitemos esa estrella! - tenía ganas de ver el presupuesto del viaje desde que llegaron, para comprobar cuanto habían pagado por un alojamiento de tres noches, pero seguro que a lo largo de los próximos tres días alguien lo acabaría haciendo por él.

Un restaurante propio del hotel permanecía cerrado y en la puerta había un cartel con el horario, al verlo se dio cuenta, la hora de la cena era a las 19:00 h, cuando estaba acostumbrado a cenar a las 22:00 h, eso significaba que hasta las 09:00 h del día siguiente que era el desayuno, tenían que aguantar sin posibilidad de comprar nada para comer, ni siquiera había maquinas expendedoras, evidentemente con el frío que hacía, daba la sensación de que el pueblo más cercano que estaba aproximadamente a dos kilómetros parecía estar a quince, incluso si iba, dudaba que mereciera la pena caminar tanto por un bocadillo, se preguntaba si la comida compensaba a los cansados viajeros que hasta ese lugar llegaban, algunos de sus compañeros casi ni se mantenían en pie, aunque no estaban cansados físicamente, su mente si lo estaba.

 Marcos estaba dándose cuenta que su enfado con el hotel tendría que deberse a un cúmulo de situaciones anteriores que le había hecho estallar por dentro, el trasporte publico se retrazó varios minutos logrando que casi llegase tarde al aeropuerto, el frío que hacía era más grande del que esperaba tener y le agobiaba, el viaje en el autobús que a pesar de ser corto parecía como si llevase horas dentro sobre todo por la compañía tan desagradable que le había tocado, no era la persona perfecta para mantener una conversación agradable, hubiera preferido no separarse de Sara para sentarse a su lado otra vez, la diferencia habría sido brutal, el vaso de la paciencia estaba empezando a llenarse al ver aquel edificio viejo, pequeño y que se le caía la pintura que llamaban “hotel” en que tenía que permanecer tres días.

Las habitaciones eran de cinco personas, esto hacía un total de siete habitaciones a ocupar, seis habitaciones completas para los estudiantes y una con los cuatro profesores, por orden de lista las habitaciones fueron adjudicadas, los grupos ya formados recibían una llave, el tercer grupo fue formado por Laura, David, Kenny, Sara y Marcos, les entregaron  una llave, cuando todos los grupos fueron formados, Jorge mandó a callar y llamó la atención de todos.

-                          ¡Muchachos! – Exclamó, - Sé que estáis cansados así que subid a vuestras habitaciones y descansad, tenéis hasta las 13:00h para hacer lo que queráis, luego coged agua y reuniros aquí en la recepción.
-                          ¿Dejamos nuestras cosas en las habitaciones o las llevamos? – preguntó Laura.

Laura era una chica morena de pelo largo y ondulado, muy inteligente, responsable, y segura de si misma, era el tipo de chica que no se dejaba manipular, que sabía lo que quería, pero que se equivocaba como todo el mundo, llevaba un pantalón ajustado violeta, un abrigo con gorro también del mismo color y unas botas altas de cuero.

-                          Si, - contestó Jorge, luego prosiguió - tenemos que aprovechar todo el tiempo que podamos, esta tarde, iremos a visitar el pueblo abandonado de Ayamonte, hasta aquí se desplazará un guía que nos explicará por el camino la historia del pueblo, aproximadamente antes de las 19:00 h volveremos para la cena, el restaurante del hotel preparará comida para llevar.
-                          ¿Aparte de agua que más llevamos? - Preguntó otro de los alumnos.
-                          Bien… llevad, agua, una carpeta con un par de folios o una libreta, bolígrafos y si tenéis una cámara de fotos mejor, como ultimo remedio, la cámara del móvil valdrá, ¿alguna pregunta?

Se mantuvo silencio durante unos instantes, y nadie dijo nada, finalizando la improvisada reunión informativa.

-                          Por cierto – continuó Jorge antes de que todos se dispersarán, - No quiero ver a nadie fuera del hotel, ni causando molestias a los demás inquilinos que puedan haber, comportaos que ya somos mayorcitos, nosotros estamos en la habitación 18 por si nos necesitáis, eso es todo, podéis marcharos.

Todos los estudiantes empezaron a moverse en distintas direcciones buscando sus habitaciones, pasaron una puerta que estaba a la izquierda de la recepción, llevaba al cuarto de escalera, era una estancia vacía, triste y fría que era adornada sólo por un sofá de cuero desgastado por los años y justo a su derecha una pequeña mesa con una pila de revistas viejas que ya a nadie les interesaba leer, las paredes eran de color blanco sin un solo cuadro que diera vida o distrajera la vista, el suelo hacía días que no veía una fregona, Marcos subió las escaleras junto con los demás y se detuvo en la 1º planta, en la habitación número 07, David abrió la puerta de madera que al abrirse soltó un chirrido producido por la oxidación de las bisagras.

                                                   MARCOS