miércoles, 18 de mayo de 2011

Capitulo XIII, Compañeros

El reflejo de la luna entraba por las ventanas rotas del autobús, Laura y Ken mantenían las linternas apagadas y miraban a David que ya estaba mejor, había recuperado el color, se mostraba preocupado y a la vez feliz, entonces después de asegurarse que estaba bien Ken comenzó a preguntar.

-                          Te encontramos en la carretera, y estabas inconsciente, ¿hacía mucho que estabas allí? – preguntó Ken
-                          No lo sé, recuerdo que despertamos del accidente, y fui a buscar ayuda a la carretera, pero no recuerdo nada más, respondió David a la vez que miraba fuera del autobús.
-                          Espera un momento - se apresuró a decir Juan mientras se levantaba, - dijiste “despertamos“, cuando yo recuperé la conciencia estaba solo, no había nadie más. -  aseguró Juan.
-                          Que raro… Cuando desperté no estaba solo, Iván, Bea, Ana, Antonio y Víctor estaban conmigo, vosotros estabais inconscientes y os sacamos del autobús, pero no se donde están, creía que estarían aquí.
-                          Entonces… fuisteis vosotros los que nos sacaron del autobús… bien pero… ¿donde están los demás? – preguntó Ken.
-                          Se quedaron con vosotros en lo que yo iba a pedir ayuda a la carretera, respondió encogiéndose de hombros.

Todos mantuvieron silencio, David empezaba a mostrarse nervioso, el hecho de no saber donde estaban sus compañeros y no saber cuanto tiempo había pasado en la carretera le asustaba, Laura que hasta el momento estaba en otro mundo se levantó y abrazó a David, fue un largo abrazo, Laura lloraba y David la tranquilizaba, Juan se sintió incomodo de pronto y salió del autobús, Ken le siguió, le puso la mano en el hombro y le dio dos golpecitos.

-                          ¿Jode verdad? – dijo Ken mirando al autobús.
-                          No sé a que coño te refieres..., respondió Juan malhumorado.
-                          Si que sabes…, Juan hay cientos de chicas en el mundo, no te cierres en conseguir lo que no puedes, si salimos de esta te presento a una tia de lo mas tranquila.
-                          Es fácil decirlo desde tu posición, al parecer no soy bueno para ninguna, y todo por ser gilipollas, si fuera un poco mas cabron hubiera sido diferente – Sacó un cigarro del bolsillo y lo encendió…
-                          Deja de tratar a las chicas con cuidado como si fueran a romperse, como si fueras un caballero, las chicas quieren y buscan lo mismo que nosotros, en verdad no hay diferencia entre ellas y nosotros, físico, sexo y nada más, mira a David, se ha enrollado con una pasada de chicas del instituto, ¿es el novio de alguna? no, y mira lo feliz que es.,. – aseguró Ken con total convicción.
-                          Tío, prefiero no hablar del tema, yo me enrollaré con la primera chica que se me cruce por el camino y cuando lo haga estoy seguro que me importará una mierda todo lo que tenga algo que ver con ella , - se quito el cigarro de la boca y miró a Ken a la cara, - por cierto... no vuelvas a hablarme de Laura.

Mientras Ken y Juan estaban de espaldas al autobús, hablando en medio de la nevada, Laura dejó de llorar y David le preguntaba si ya estaba mejor, Laura estaba aparentemente muy preocupada por él, aunque cuando lo trajeron al autobús no le había hecho el mas mínimo caso porque estaba asustada, miró a David con unos ojos que querian decir algo, una mirada capaz de llegar muy dentro, David no pareció darse cuenta y preguntó a Laura.

-                          Laura… recuerdo que sacamos a Gloria, Sara, Roberto y Marcos ¿donde están?
-                          Se fueron a Ayamonte a buscar ayuda, pero no creo que vuelvan, ha pasado horas y no han vuelto, no sé que hacer – respondió Laura en voz baja.
-                          Espera… puede que Antonio y los demás fueran a Ayamonte también, por eso no están aquí.
-                          ¿No te parece raro que nadie se quedara aquí con nosotros cuando estábamos inconscientes? – preguntó Laura
-                          No lo sé, pero si nos quedamos aquí no vamos a lograr nada, creo que quedarnos es arriesgarnos a morir de frio.

Laura sabía que David tenía razón, quietos no lograban nada, habían esperado la ayuda y no llegaba, era la hora de que ella también se moviera, Ken entró en el autobús y luego Juan que antes de subir tiró el cigarro a la nieve, pronto llegaron a un acuerdo que ninguno de ellos quiso oponerse, había que ir a Ayamonte para buscar a sus compañeros, todos salieron del autobús y lo dejaron atrás, Juan y Ken estaban mas atentos a su alrededor que al camino, sin embargo ninguno se percató que aquella presencia de la carretera les seguía de cerca y esta vez eran muchos mas.

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